En septiembre iniciaremos el curso con un taller sobre gestión emocional. Quiero explicaros por qué y sobre todo, para qué, lo ofrezco.
Mayer y Salovey, definen inteligencia emocional de la siguiente manera:
“Inteligencia que implica la habilidad para percibir con precisión, valorar y expresar una emoción; la habilidad para acceder y/o generar sentimientos que faciliten el pensamiento; la habilidad para comprender la emoción y tener conocimiento emocional y la habilidad para regular reflexivamente las emociones de forma que promuevan el crecimiento emocional e intelectual.”
El grado de desarrollo de la inteligencia emocional no está determinado genéticamente y tampoco es resultado de un proceso cerrado y limitado a un momento vital. Si bien es cierto que tanto el modo en que nos percibimos y percibimos al mundo, como el estilo en el manejo y la expresión de emociones se incorpora de forma inconsciente en la infancia (determinado por la forma que adopta cada familia y por las complejas interacciones que se establecen y tienen lugar entre cada uno de sus miembros), constituye un proceso de adquisición progresivo y mucho más lento, que persiste durante toda la vida y que nos permite ir aprendiendo de experiencias distintas.
Implica la capacidad de contactar con nuestra propia historia, mirarla de frente; tomar conciencia de las implicaciones que nuestro pasado tiene sobre nuestro presente, cuál es su impacto, su reflejo en la actualidad y en lo cotidiano, para poder gestionarlo, resolverlo, dirigirlo.
Si nos lo permitimos.
Es decir, si nos toleramos ser permeables y flexibles, si «escuchamos» lo que la vida nos va devolviendo en términos de relación con otras personas y de satisfacción personal, si creamos espacios para la reflexión y el análisis.
Un manejo inteligente (es decir útil y satisfactorio) de las emociones implica a dos áreas.
- Intra-personal: conocernos, regularnos y manejarnos de forma autónoma emocionalmente, es decir gobernando nuestra historia en lugar de permitir que sea esta quien dirija nuestras reacciones, conductas y decisiones.
- Inter-personal: habilidades para establecer relaciones, en términos de puesta de límites, manejo de los afectos, empatía, pedir y dar apoyo y ayuda en términos de reciprocidad e igualdad…
Incluye también la capacidad de auto-motivarnos, de superar decepciones y frustraciones, de conectar con otras personas y mostrar empatía, etc. Habilidades que dependen unas de otras y que se utilizan en diferentes grados.
En este sentido, entender la inteligencia emocional como un elemento a desarrollar, nos ofrece infinitas posibilidades para mejorar las relaciones sociales, pero sobre todo, nos permite una mejor relación personal, aumenta la responsabilidad sobre la propia vida, responsabilidad entendida como mayor libertad, conciencia y capacidad creadora. Una gestión emocional adecuada, mejora también el estado anímico y la auto-percepción, aumenta el grado de satisfacción y serenidad en relación a quien se es y a quien se quiere ser, incrementa el optimismo y la solidaridad.
Aprender a conocernos y a gestionar lo que somos nos hace, en definitiva, más libres.
Si te ha interesado, aquí puedes descargarte el folleto de grupos.
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[…] a reflexiones que he plasmado en anteriores posts. Algunas dando vueltas al desarrollo de la inteligencia emocional…, pero también sobre resiliencia, tema que compartí hace unos días. ¡¡Lo que es la […]