Un ejercicio de autoafirmación
Durante años trabajo con parejas y familias con el objetivo de mejorar sus relaciones. Tanto en estos escenarios como en las escuelas de madres y padres que realizo en institutos y colegios, solemos, durante alguna sesión de trabajo, abordar los mensajes yoicos.
Se suelen presentar como una técnica para mejorar la comunicación. Para mí, va más allá. Supone una actitud, una forma de posicionarse ante la otra personas, pero sobre todo ante una o uno mismo. Supone una maniobra que nos permite auto-afirmarnos, o sea presentarnos ante las otras personas tal y como somos. Es una de esas actitudes que refuerzan los lazos y clarifican la comunicación, la hace más transparente, más fluida, más diáfana.
Las diferencias entre las personas (ideológicas, emocionales…) aquí no son obstáculo, sino valor añadido a la relación. Cada vez que practicamos esta forma de comunicarnos (de ser en la relación) estamos mirando de forma diferente a la otra persona, de forma horizontal, de tú a tú, nos ponemos en valor y ponemos en valor a la otra persona. En el mismo valor, ni más ni menos, ni por encima, ni por debajo. Esta técnica-actitud se basa en un escrupuloso respeto a las identidades diferentes con las que elijo relacionarme. Y hacia la mía propia.
El objetivo no es lograr el cambio de otras personas, las jerarquías desaparecen, no competimos por convencer a la otra persona, persuadiéndola o presionándola, no nos frustramos. El objetivo es colocarme en una posición clara, honesta (primero conmigo misma -saber quién soy y qué quiero, o tal vez, qué no quiero-), que me permita exponer mi punto de vista con seguridad y firmeza, desde la legitimidad que me permite ser protagonista de mi propia vida y saberme con derecho a vivirla según mis convicciones.
No supone mostrar siempre seguridad o no equivocarse nunca, el error forma parte de la vida y del aprendizaje. Tampoco significa mantenerse inmóvil, rígida e inflexible a lo largo de toda la vida. Tengo derecho a equivocarme, tengo derecho a cambiar también.
La asertividad legitima nuestros derechos, desarrolla estrategias de comunicación para poder darles voz, expresando con autoridad mi identidad (opiniones, gustos, preferencias, deseos… también las dudas y las incertidumbres) sin agredir, avasallar o menospreciar a otras personas. Se trata de hacerse cargo de una misma, de atender las propias necesidades, dejando que otras personas asuman la toma de decisiones respecto a sus propias vidas. Que cada cual se haga cargo de lo suyo (también -sobre todo- de sus propias emociones). En todo caso la vida nos ofrece la oportunidad de mirarnos, de escucharnos, de aprender unas personas de otras, si queremos. Pero esa es la responsabilidad de cada quién.
No tenemos los mismos puntos de vista, ni nos sirven las mismas experiencias, cada cual tenemos una biografía diferente, una singular historia personal, eso no es ningún problema porque cuando expongo mi punto de vista no necesito que me aprueben, que validen o legitimen mis planteamientos, sólo que los respeten, y, si así lo deciden, que tomen lo que consideren que pueda servirles.
¿Qué características tiene?
Enviamos mensajes en primera persona. Hablamos por y desde una misma sin atribuir a la otra persona los propios sentimientos, opiniones y preferencias. Supone actitudes de valoración del origen personal de los sentimientos, opiniones, deseos y preferencias: “Me siento mal”, “Me gustaría que…”, “Opino que…”, “Yo creo que…”, “Os propongo…”
Características del mensaje:
- Respetuoso. Que expresa los sentimientos y deseos sin evaluar o reprochar la conducta de los demás.
- Facilita la expresión de diferencias o desacuerdos.
- Presupone autonomía de cada una de las personas.
- Genera menos resistencias y obstáculos a la comunicación que los mensajes TÚ.
- No contienen un juicio o evaluación negativa.
- Promueve la disposición a responsabilizarse y cambiar para atender a nuestras preocupaciones, sentimientos o necesidades.
- Cuida las relaciones interpersonales.
- Expresa seguridad y firmeza, quien las emplea se auto-afirma, pone límites, se muestra como una persona sólida, coherente, con autoridad.
Los “mensajes yo” en las relaciones
Vivir en relación significa que las conductas de unas personas tienen su impacto en otras, producen efectos, reacciones, nos provocan emociones. Es importante comunicarnos, expresar cómo nos afectan las cosas, qué nos gusta y qué no, donde están mis límites, qué resulta inaceptable para mí… es responsabilidad de cada cuál establecer relaciones de cuidado.
Cada persona sentimos y reaccionamos de forma diferente ante los mismos estímulos; incluso la misma persona puede vivir de múltiples formas una misma conducta: según las horas de descanso, si tenga otros conflictos cerrados o no, el ritmo del día, otras situaciones externas…
“YO ESTOY cansado, TENGO hambre, prisa, ESTOY nerviosa, TENGO obligaciones, presión, NECESITO descanso, silencio…” Se trata de estar atentos a lo que a nos pasa por dentro, sin necesidad de mandar, exigir, presionar, responsabilizar a otras personas de ello.
Para que lo veamos más claro, comparémoslo con el tipo de mensaje que hemos aprendido a utilizar: el mensaje túico: «TÚ HACES esto…, ERES así…, TE equivocas…, TENDRÍAS que…, no HAS hecho…, TE iría bien…, NECESITAS…, si HICIERAS eso…». Se basa en la culpa, bloquea e inmoviliza y es una forma de agresión. Cada vez que lo utilizamos, hacemos responsable del bienestar o malestar propios a la otra persona, que es quien piensa, siente, cree o hace de forma equivocada. Parte de un planteamiento de verdades absolutas, según el cuál yo tengo LA razón.
El mensaje yóico propone hablar desde las emociones, invitando a los otros miembros en relación a poner nombre a las suyas, ¡y a ponerse en riesgo comunicándolas!. Por eso y porque es importante protegernos constataremos que éste sea un espacio seguro libre de juicios, basado en la aceptación y el respeto. No se pueden utilizar siempre.
Y ahora vamos a lo práctico: ¿Cómo se hacen?
- Describimos brevemente la situación y/o comportamiento que te molesta.
- Describimos las consecuencias o efectos que dicho comportamiento puede tener sobre ti. Cuál es el impacto, por qué es un problema para ti.
- Expresamos los sentimientos que ese comportamiento te causa. En forma yóica, no como reproche o como juicio a su conducta, sino únicamente compartiendo qué me pasa a MI con eso.
- Puedo proponer un cambio de conducta. Si quiere y si puede.
- Es mi responsabilidad última cuidarme y protegerme de lo que me daña. Mis límites los pongo yo. Dónde voy estar, de qué manera voy a protegerme si esto se repite…
- Es el YO ME SIENTO DOLIDA… frente al TÚ ME HAS HECHO DAÑO.
Os invito a probarlo. Quién sabe si puede pasar algo interesante…
Buenas, Ana.
Me ha gustado mucho tu artículo. Sencillo, honesto, práctico y sanador.
Muchas gracias.
Gracias Lidia, por tomarte el tiempo de leerlo y comentar. Me alegro que te resulte útil.
Saludos!!
Zorionak Ana! Has dado en el clavo..me recuerda a el método de Comunicación No Violenta
Saludos!
Es cierto Eva, este estilo de comunicación evita la violencia, defiende la propia posición, sin imposiciones y sin tratar de convencer a nadie. El valor de la libertad es fundamental aquí, y el de la aceptación de las diferencias. No es necesario confrontar porque nuestras experiencias sean diferentes.
Gracias Eva.