Desde 2017 colaboro con el ERSISI, un equipo multidisciplinar que desarrolla servicios para la inclusión social, impulsando el acceso al mercado laboral de la ciudadanía en riesgo de exclusión social en Navarra.
Para ello las y los profesionales que forman parte de estos equipos, diseñan y ponen a prueba un nuevo modelo de atención/activación de empleo para la población desempleada vulnerable, sobre la base de una intervención coordinada y conjunta de los servicios sociales y de empleo.Las personas participantes cuentan con un servicio individualizado adaptado a sus necesidades y situación particular, que pone el énfasis en sus fortalezas y en la autodeterminación personal.
Es por esto que desde este servicio, se organizan talleres formativos destinados al empoderamiento. Aunque la mayoría de las personas destinatarias de esta acción formativa concreta acostumbran a ser mujeres, también se incluyen hombres. Transversalizar la perspectiva de género es lo que nos permite ajustar la intervención a la situación estructural diferenciada de hombres y mujeres.
En los hombres conviene trabajar sobre la idea de masculinidad, que asocia el concepto de valía y de idoneidad a la capacidad de acceder y mantener un trabajo designando su valor social como proveedores de la unidad familiar o de convivencia. Trabajamos autoestima ligada a la percepción personal, pero también, más allá de las circunstancias y vivencias individuales, trabajamos sobre los mecanismos estructurales de la construcción masculina y sus ‘trampas’. Abordamos también la cuestión de los privilegios que, aun dentro de la precariedad, les ofrecen mayores posibilidades de proyección laboral que a sus compañeras, por ejemplo con el caso de su menor implicación en las tareas de los cuidados. El análisis y la reflexión gira en este caso sobre la corresponsabilidad.
En las mujeres conviene trabajar la sororidad, el apoyo mutuo, el establecimiento de redes, el análisis del reparto igualitario de los trabajos y responsabilidades de cuidados y para el sostenimiento de la vida, la asertividad y sus derechos. Trabajamos también la autoestima, la generación de confianza en las propias capacidades, la resiliencia. Este programa les ayuda a encontrar su propia genealogía de mujeres referentes.
Con ambos grupos revisamos los estilos de manejo del poder y las áreas de influencia individual y social.
Mantenemos dos niveles formativos, que permite dar continuidad a los aprendizajes adquiridos y a ese espacio tan maravillosos que se genera entre las y los miembros del grupo. Espacio de seguridad, confianza y protección. Donde mirarse en los y las compañeras, donde interpelarse y redefinirse en claves que ofrecen mayores posibilidades.
Los Objetivos son…
- Facilitar la creación de grupo, generando espacios de confianza, participación y colaboración.
- Favorecer un espacio para el autocuidado, el autoconocimiento.
- Mejorar el auto-concepto, recuperando las fortalezas y revisando algunos conceptos determinantes para la autoestima. Aumentar la conciencia y la responsabilidad. Revisando las causas estructurales y los ejes de opresión que nos atraviesan (genero, clase, grupo étnico etc)
- Aumentar el grado de motivación frente a la formación y al trabajo, analizando el importante papel de las diversas actitudes con que hacemos frente a las distintos retos de la vida.
- Tomar conciencia de la posición personal y de algunas habilidades desde donde manejamos las relaciones.
La metodología es participativa y experiencial. Flexible, adaptándola a las características y proceso del grupo y atendiendo a situaciones emergentes. Trabajamos a partir de dinámicas grupales que potencian el intercambio, la colaboración y el trabajo en equipo, con el fin de extraer después conclusiones aplicables a los temas propuestos. Como ya he comentado, se incluye de forma trasversal, la perspectiva de género.
Una experiencia de integración, autovalimiento y recuperación muy interesante que de momento se ha desarrollado de forma piloto en Sakana y Tudela.
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